jueves, 2 de abril de 2009

articulo de la seccion de la editorial del diario El Pais acerca del fracaso economico mundial en la reunion del G-20

Una cumbre sin esperanza Abril 02 de 2009

Lejos del fasto y las declaraciones optimistas que caracterizaban las reuniones entre las potencias económicas de los últimos años, empieza hoy en Londres la Cumbre del G-20, que reúne a lo más granado del mundo desarrollado con algunas de las economías emergentes. Esta vez, los reclamos de unos, el llamado de auxilio de otros y las explicaciones de los causantes serán el eje de una reunión de donde difícilmente saldrán resultados. Con algunos cambios como la llegada de Barack Obama en reemplazo de George W. Bush, la Cumbre será escenario de grandes contradicciones. Mientras Estados Unidos pide reactivar la economía mediante el gasto público y no se atreve a nacionalizar los bancos a los cuales les ha inyectado miles de millones de dólares, Europa clama por una regulación más estricta al mercado financiero y sanciones ejemplares para los especuladores, así como el fin de los paraísos fiscales. Y en tanto China propone una nueva moneda que reemplace al dólar como el patrón del intercambio mundial, los delegados de América Latina exigen que no se olviden de los países pobres. Y que los recursos de la banca multilateral no se los traguen los ricos. Tal parece entonces que será difícil encontrar el consenso que produzca decisiones concretas, evitando lo que Nicolás Sarkozy denomina “compromisos falsos, que no tratan los problemas que enfrentamos”. Y no será posible mientras no se conjure el verdadero conflicto: la pérdida de confianza en el sistema financiero, que llevó a la iliquidez, la consecuente recesión y la casi parálisis de la economía de mercado a la que algunos le decretan la defunción. Esa desconfianza nació con el descubrimiento de las maniobras inmorales del sector hipotecario en los Estados Unidos. Después, la ambición las expandió por todo el planeta, usando el dogma de la globalización, una manera de evitar los controles de los estados para impedir los abusos. Fue una auténtica estafa, cuyos efectos no terminan, destruyendo la credibilidad del sistema bancario, arrasando la ética, paralizando el crédito y forzando a los gobiernos a impedir el colapso expresado además en desempleo y crisis social. Pues bien, el tema del G-20 es ese. Atrás quedaron las presiones para acabar las barreras que impiden la globalización. Ahora manda el cierre de las fronteras al comercio impuesto por los que antes exigían la apertura. Según la BBC, “el Banco Mundial afirma que 17 de los países del G-20 han introducido medidas proteccionistas, pese a haber rechazado su implementación durante la reunión del grupo en Washington en noviembre del año pasado”. Esa es la realidad, que no puede detener ni las victorias morales que reclama Lula da Silva, al expresar que la fuerza de los países emergentes en la reunión de Londres está basada en que tienen "más autoridad moral" que las potencias, ya que no han sido responsables del desastre financiero. Por lo tanto, esperar soluciones parece quimérico. No obstante, alivia saber que por lo menos hay un diálogo. Como lo dijo el profesor argentino Gabriel Gasave: "El conocimiento fortalece la amistad. Y las cumbres son mejor que los misiles”.

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